Explotación sexual: “Ningún partido político va a regular o prohibir el porno”

A finales de agosto tuve una entrevista sobre explotación sexual en la industria pornográfica para la cadena alemana ZDF. Estaban haciendo un especial de su programa “Trending” sobre el aumento de consumo de porno en internet durante la crisis de la Covid-19 y la campaña de marketing de Pornhub durante la cuarentena.

La idea era reunir distintos discursos con perspectivas distintas para tratar la situación real que se vive en los sets de rodaje. Aunque el foco estaba en la campaña #traffickinghub que la asociación Exodus Cry había puesto en marcha en todo el mundo. Se popularizó cuando Avri Sapir y Rose Kalemba denunciaron que sus vídeos habían sido alojados en Pornhub sin consecuencias.

Cada vez participo menos en este tipo de proyectos por dos motivos: no considero que se esté haciendo nada por las víctimas de agresiones sexuales en la industria del sexo y, por otro lado, temo que cada vez importan menos los hechos frente a las ideas.

Acepté esta vez porque el periodista tenía en mente algo plural, basado en experiencias y que incluyera temas como la precariedad laboral juvenil o la política.

Entrevista sobre la explotación sexual en la industria pornográfica con el periodista Ismael López Fauste

El debate sobre la pornografía y la prostitución

Para quien lea este post sin conocerme: Ismael López Fauste es un periodista que entre 2014 y 2016 colaboró como redactor fantasma con parte de la industria pornográfica española. Tras esa etapa y tras presenciar alguna agresión y abuso sexual, trató de dar visibilidad y denunciar la situación publicando “Escúpelo: crónicas en negro sobre el porno en España”. Desde entonces mi trabajo se ha usado con mayor o menor rigurosidad en algunos debates sobre prostitución/trabajo sexual.

Sebastian Heeman es un periodista especializado en política y temas sociales que se encontraba realizando un reportaje por todo el mundo a partir de la campaña que Pornhub (o Mindgeek, la empresa madre) había puesto en marcha durante la cuarentena.

Hubo reacciones al respecto, claro. La más mediática fue la contracampaña de #traffickinghub, una petición de firmas masiva que exigía responsabilidades legales a la plataforma de streaming por alojar presuntamente unos vídeos de pornografía infantil.

#TraffickingHub no es, en realidad, un proyecto independiente. Forma parte de la asociación Exodus Cry, un grupo abolicionista de la prostitución presidido por la activista Laila Mickelwait, una de las voces críticas con la pornografía desde el feminismo en EE.UU.

Las agresiones sexuales en el porno siguen silenciadas

Mi caso fue algo más específico. Quienes me seguís en redes sabéis que desde la charla TEDx me muestro algo escéptico con el activismo militante de iconos frente a acciones concretas contra las agresiones y la explotación sexual.

Como periodista, no termino de comprender la justificación que existe detrás del excesivo foco (y presupuesto) que se pone en influencers frente al testimonio de las propias protagonistas o víctimas de esas agresiones. Y, desde luego, echo de menos una investigación legal y mediática que arroje algo de luz sobre la situación de los abusos sexuales en los rodajes de la industria pornográfica al margen de corrientes ideológicas.

Explotación sexual, política y la ausencia de un #metoo en la industria del sexo

De hecho, a mitad de la entrevista hablamos de la era #metoo y de cómo me sorprendía que se destaparan agresiones sexuales en todos los sectores menos en aquel más orientado al sexo.

¿Y en política? Hubo un tiempo en el que defendí ideas algo magufas sobre un presunto lobby proxeneta operativo a escala global que movía unos hilos invisibles para promocionar la prostitución y la pornografía sin límites para mantener el flujo de ingresos.

Creo que es lo que se esperaba que dijera frente al micrófono. Es otro de los motivos por los que he dejado de participar en charlas.

Mi respuesta esta vez se dirigió a un mal más inocente: no sé si existe un lobby proxeneta mundial. Si lo hay, no tengo pruebas.

Lo que sí existe es una precariedad laboral juvenil que cada vez está atrayendo a más mujeres jóvenes a alternativas como Onlyfans, Clips4Sale o la propia plataforma Pornhub, que tiene una rama para material autoproducido. No me corresponde juzgarlo, pero mientras estas opciones sean una fuente de ingresos más estable que muchos empleos a los que puede acceder una mujer joven en España, la industria del sexo lo va a tener muy fácil para presentarse como una alternativa laboral más. Y no parece que tenga demasiadas dificultades en ocultar sus riesgos.

Sin embargo, es evidente que ningún político va a arriesgar su popularidad cuestionando de raíz un conflicto tan complejo como la explotación sexual en el porno. No mientras sea más útil sacar titulares.

La industria del sexo es un negocio tan millonario como consumido. Como le comenté a una compañera psicóloga, el silencio seguirá ahí mientras las estadísticas lo impongan. Ni siquiera hablo de prohibir el consumo de porno o la prostitución, sino de establecer un debate serio y útil sobre la cuestión.

Tras cuatro horas y media de entrevista, Sebastian dijo que veía puntos de unión entre mis respuestas y las entrevistas opuestas a mi versión. Al menos en materia de asistencia a las víctimas y la denuncia de agresiones sexuales.

Por desgracia, le dije, si me he dado cuenta de este sistema desequilibrado es porque yo mismo he formado parte de ello. Si hoy escribiera “Escúpelo” echaría de menos un capítulo dedicado a la escasa financiación de proyectos para abandonar la industria del sexo, la precariedad laboral que viven las técnicas que trabajan directamente con las víctimas, o la inestabilidad en el trabajo de una mayoría importante de trabajadoras sociales.

Os dejo el documental en su versión completa para quienes puedan entender el alemán. Las entrevistas están en inglés:

Sobre Ismael López Fauste

Soy periodista, escribí "Escúpelo: crónicas en negro sobre el porno en España". En este blog personal escribo sobre comunicación, marketing y otras tantísimas cosas.

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