¿Tiene relación el porno con las agresiones sexuales?

Lo dicen los titulares en la prensa. Hay una epidemia de violaciones y nadie parece salvarse. Las tertulias y entrevistas se solapan, pero siempre hay algo que se repite: el porno enseña a violar. Violar que, según la RAE, consiste en Tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad o cuando se halla privado de sentido o discernimiento.

Con el incremento de las denuncias por violación, los ataques de nuevas manadas y el consumo de pornografía en adolescentes, la sexualidad de los más jóvenes está en el punto de mira desde hace meses.

¿Aprendieron los cinco integrantes de la Manada de San Fermines a actuar viendo porno? La empatía, la educación sexual sana y un debate sobre el consumo prematuro de vídeos parecen ser las claves para comprender el conflicto.

¿Enseña el porno a violar?

Las violaciones en grupo parecen estar multiplicándose desde aquellos San Fermines de 2016. ¿Cuál es el origen de todos estos ataques grupales? Para algunas fuentes de los grandes medios españoles, aparentemente el principal condicionante es una relación entre violaciones y pornografía.

Según datos de Google, mundialmente Hong Kong lideraría las visitas medias a páginas pornográficas, seguido curiosamente de una gran parte de países nórdicos. Según Amnistía Internacional, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia también son líderes en violaciones a pesar de estar entre los países mejor puntuados del mundo en materia de igualdad.

España aparece en el puesto número 13 en consumo de pornografía según Pornhub. Estadísticamente esto contradice la estadística anterior y nos coloca por delante de los países nórdicos en consumo de pornografía. Pero, si un país es líder en consumo ¿Significa esto que se expone a que haya más violaciones?

La escritora y activista feminista Robin Morgan dijo en los 80 que “la pornografía es la teoría, y la violación la práctica”. Mientras tanto, estudios de esa etapa en adelante lo negarían, diciendo que hay cada vez más pornografía disponible (y esto es antes del internet de alta velocidad) sin que aumenten exponencialmente las violaciones. Pero resulta que el estudio de Kutchinsky en el que se basa el dato anterior y que vincula la legalización del porno con una reducción de las agresiones sexuales ha sido ratificado y desmentido varias veces, ¿cómo? Primero, porque los vídeos de los 70 no son iguales a los actuales, y segundo porque en Inglaterra y Gales, donde el porno es legal, las cifras de violación han subido a partir de la década de los 2000. Sin embargo en Estados Unidos, donde también es legal, los asaltos se han reducido.

Frente al argumento de que el porno es una escuela de manadas, existen estudios científicos que desmentirían la conexión directa entre el consumo de pornografía y las agresiones sexuales. Aunque parece que hay una preocupación común entre ambas posturas y es que los adolescentes -a veces incluso niños- empiezan a consumir porno demasiado pronto. Según este estudio, empieza a existir un importante grupo de consumo entre menores de 10 años. Aunque el consenso general es que la media de edad a la que se empieza a ver porno es de aproximadamente 11 años.

Pero, ¿cuál es la motivación de los jóvenes para consumir, más allá del deseo? Para estas fuentes del New York Times, el porno sería una forma de educación sexual.

Ver porno ha aumentado la ansiedad de Q. “Estás mirando a un adulto” dijo. “Los tíos son fuertes y dominantes y tienen el pene grande, y duran mucho”. Y si no te gusta lo que hacen los tíos en el porno, añadió Drew, “tienes miedo de no gustarle a las chicas”.

Alarma social ¿Entienden los jóvenes lo que están viendo?

Los periódicos se escriben para leerse, y escribir la palabra «porno» en el titular es una garantía de que, como mínimo, va a llamar tu atención. En este caso, no se estaría usando como causa única para informar sobre agresiones sexuales sino como gancho.

En su momento, mi vídeo “Castings porno: las otras manadas” fue uno de los primeros vlogs de mi canal de Youtube que se movieron más allá de mi lista de suscriptores. Al público le dio curiosidad y en las dos primeras horas de subida duplicó la media de visualizaciones de usuarios no suscritos. Entiendo que se debió a que aparecía el término “manada” y “porno” porque fue lo que redirigió las búsquedas.

En él no hablaba de una relación directa entre pornografía y violaciones, sino de un negocio que va más allá del consumo. Se trata de castings organizados por productoras que encubren algo que podría considerarse una trama de prostitución en la industria: se contratan a actrices porno y un grupo de desconocidos paga por acudir desde cualquier parte del mundo para, supuestamente, cumplir su sueño de ser performer. El peligro radica en que la mayoría de ellos no se hacen análisis de sangre previos y eso supone un problema para la salud sexual. Además, por supuesto, de las agresiones que se reproducen en un entorno tan poco profesional.

¿Comprenden los adolescentes cuando ven porno que lo que consumen podría ser una situación de abuso grabada? ¿Están preparados para identificarlo de ser así? Según mi experiencia en institutos no, pero mi experiencia con adultos a la hora de identificar qué es un abuso sexual no es mucho más positiva, y sus influencias son mucho más antiguas que Pornhub.

Violación antes del porno: religiones y legitimación del abuso

Hablamos mucho de lo mal entendida que tienen los adolescentes su forma de vivir la sexualidad, pero no recordamos que somos la generación que creía legítimo salir a “levantar faldas” o que veía esto como un juego en el recreo. Y esa es la parte más “simpática”. La generación de mis padres fue la de aguantar palizas, no divorciarse y la de mis abuelos fue la del “quien bien te quiere te hará llorar”. No digo que ya no exista, pero la sociedad ha evolucionado hasta el punto de llegar al consenso de no considerarlo legítimo y de legislar para que sea un crimen.

Las escenas de maridos borrachos que llegan a casa y fuerzan a su esposa en la cama mientras ella calla y soporta el mal menor son anteriores a la existencia de Playboy y Pornhub. Muchas de las fotografías y vídeos pornográficos posteriores se basaron en realidades de este tipo y lo llamaron “cultura de la violación”, pero antes de esa etapa no había una pornografía que educara a violadores y les guiara para tener esos comportamientos. Los libros de referencia de las relaciones mayoritarias son antiguos y reflejan la sociedad de la época, sin embargo, el hecho de que sigan usándose para enseñar ¿legitimaría las violaciones?.

Cuando algún hombre hallare a una joven virgen que no fuere desposada, y la tomare y se acostare con ella, y fueren descubiertos; entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló; no la podrá despedir en todos sus días.

Este pasaje de La Biblia hace una reflexión bastante reveladora del papel que tiene el consentimiento femenino en el Antiguo Testamento, válido tanto para cristianos como para judíos.

En el caso del Corán, el sura 23 hace referencia a algo que podría entenderse como la aceptación de esclavas sexuales:

Habrán triunfado los creyentes.
Aquéllos que en su salat están presentes y se humillan.
Los que de la frivolidad se apartan.
Los que hacen efectivo el zakat.
Y preservan sus partes privadas,
excepto con sus esposas o las que poseen sus diestras, en cuyo caso no son censurables.

Puede ser que el porno, al menos alguna categoría o empresa, esté centrada en reproducir una versión actualizada e interpretada de estos abusos como fantasía. Para el consumidor que no es consciente de los términos y abusos reales que se hayan podido dar durante la producción de ese vídeo, lo único que queda es confiar en su criterio y prevenir, desde una edad más temprana, para evitar el problema que puede suponer para cualquier individuo y quien se relacione con él tener el porno como modelo de educación sexual.

¿Cuánto se viola en España?

Es innegable que muchos de esos medios de comunicación son nuestra ventana al mundo y que, en ocasiones, la cobertura de un caso puede repetirse tantas veces que resulta confuso entender cuántas veces ha sucedido. Y, por supuesto, ningún periódico se vendería sacando buenas noticias.

Las estadísticas sobre agresiones sexuales en España pueden consultarse aquí. Aunque habrá que esperar un tiempo para tener las cifras oficiales de violaciones en 2019.

Mientras tanto, las cifras revelan que de los 2.500 condenados por delitos sexual en 2017, 269 eran menores, es decir casi un 11%, según EFE. También hubo un incremento de más del 11% con respecto a las violaciones diarias si comparamos ese año con el anterior según ABC, que titula que en España se denuncian cuatro violaciones diarias. Y sobre 2018, el Ministerio de Interior habla de 1.702 frente a las 1.387 del año anterior, es decir un incremento de algo menos del 23% según informaba La Vanguardia.

No obstante, según los últimos informes a España le superan otros vecinos Europeos como Dinamarca, donde habría menos de 900 denuncias frente a las 5.100 violaciones a mujeres que suceden al año, según datos de su propio gobierno. España doblaría la cifra de denuncias.

Prohibir el porno, responsabilizar a la víctima ¿Cómo se evita una violación?

Actualmente una gran parte del tratamiento de las violaciones se basa en la experiencia de las víctimas. Es algo que algunos expertos han cuestionado, sobre todo desde el punto de vista de la investigación.

En los medios y las campañas de prevención se enseñan trucos que pueden seguir las mujeres para evitar violaciones. Se pide a las mujeres que tengan miedo de ser asaltadas, pero no se habla de qué van a hacer las autoridades e instituciones para prevenir esos ataques.

No se comprende el comportamiento del violador. A menudo se habla de una masculinidad tóxica o del potencial de cualquier hombre para violar, pero no se habla de por qué alguien lo hace o de cuáles son los mecanismos psicológicos para identificar a un potencial atacante antes de que actúe. Ni siquiera hay un consenso científico en los efectos de la pornografía
en el cerebro
.

Aunque remitirse a argumentos ideológicos para decir que el porno enseña a violar puede parecer la opción más extendida, quizás no es científicamente la más razonable. Ya hay un consenso en que la pornografía no debería ser la maestra en la educación sexual de ningún niño o adolescente. Y del mismo modo que una familia vigilaría el acceso de su hijo a la saga Saw, los padres pueden tener un papel mayor en el control del tipo de páginas a las que el menor accede cuando se queda a solas frente a la pantalla.

Relación entre porno y agresiones sexuales. Estudios y estadísticas sobre vínculo con violación en España

He trabajado con personas afectadas negativamente por el porno a muchos niveles, pero nunca he encontrado a un violador serial entre ellos. Sus testimonios sí indicaban una imagen más sumisa de las mujeres, unos gustos sexuales influenciados por los vídeos y, desde luego, una sensación de insatisfacción cuando han comprobado que la realidad no supera a la ficción, recurriendo a veces a la prostitución. Pero no llegar a convertirse en Nacho Vidal no prueba que la pornografía los haya convertido en violadores a ojos de la ley, simplemente los ha convertido en insatisfechos. Ante la falta de evidencia científica lo único que nos queda, probablemente, sea indagar antes incluso del consumo del primer vídeo porno para entender la verdadera naturaleza del comportamiento de un violador.

Puede ser un buen momento para distinguir entre un individuo miserable en su dimensión sexual y un violador, principalmente porque estos últimos, en la mayoría de entrevistas después de ser juzgados, no se sienten culpables de haber agredido sexualmente a alguien. Poner el foco en si el porno enseña a violar estaría ofreciendo a las generaciones de violadores venideras una narrativa a la que acogerse para identificarse como víctimas y no como criminales.

Sobre Ismael López Fauste

Soy periodista, escribí "Escúpelo: crónicas en negro sobre el porno en España". En este blog personal escribo sobre comunicación, marketing y otras tantísimas cosas.

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