Esta es la transcripción de mi charla TEDx en Español. Los hechos que se denuncian sobre los abusos que tienen lugar en el porno detrás de la cámara han sido denunciados. La opinión sobre la utilización de las víctimas es personal y se basa en mi experiencia como activista crítico con la pornografía tras la publicación de «Escúpelo». No se refiere a la labor de las ONG sino a la gestión hermética de influencers y grupos que no ejercen un trabajo directo con las víctimas de abusos.
Índice de contenido
- Silenciar abusos en la era #metoo
- Detrás de la cámara de la industria pornográfica
- Escúpelo: crónicas en negro sobre el porno en España
- Las charlas sobre prostitución y pornografía
- El negocio y uso de las víctimas como arma política
- ¿A quién beneficia?
Silenciar abusos en la era #metoo
Os voy a pedir algo. Levantad las manos quienes no hayáis visto porno en vuestra vida y no penséis en consumirlo nunca. Porque hay quien dice que consumir porno es algo malo, horrible, lo peor que puede hacer una persona. ¿Estáis de acuerdo?
No puedo ver mucho desde aquí, pero creo que solo hay una mano levantada.
Sin embargo, en plena era del #metoo, con mujeres denunciando abusos, ¿de cuántos casos de agresión sexual en la industria pornográfica sabéis? Probablemente de pocos o ninguno. Y quizás sea en parte debido a la influencia del trabajo que hizo gente como yo.
Lo que os voy a contar hoy se basa en las experiencias de varias mujeres explotadas sexualmente por la industria pornográfica. Por esto que voy a hacer hoy, la policía ha tenido que escoltarme en ocasiones porque he llegado a estar amenazado.
Tenía 21 años, acababa de graduarme en periodismo y mi primer trabajo “oficial” consistió en escribir columnas en nombre de figuras del porno para un grupo editorial de tirada nacional.
Para que os hagáis una idea de la calidad de la información que publicaba, escribía columnas en las que hablaba, por ejemplo, de la maternidad, -de mi maternidad- como actriz porno, y, por supuesto, de la lujosa vida que llevaba. Evidentemente era todo mentira.
Sin embargo, aquellas mentiras en formato columna formaban parte de una campaña de lavado de cara de la industria pornográfica que tenía un objetivo muy claro: captar la atención de chicas jóvenes para solucionar la rotación de actrices que necesita el sector.
Vendíamos que:
- Grabar porno es dinero fácil.
- En la industria pornográfica te sientes sexualmente realizada.
Para ellas el porno se presentaba una como una alternativa laboral viable.
Para ellos, la pornografía se volvía un producto de consumo más o menos ético. Si bien, como veréis, no lo era tanto.
Me contrataron para cumplir esos objetivos y engañar a todo un país, y a juzgar por las estadísticas a las que tuve acceso, diría que la estrategia funcionó.
Más adelante, ya pude acceder a los estudios y a las grabaciones y vi cómo funcionaban las cosas de verdad. Seguramente habéis leído artículos escritos durante esa campaña de lavado de cara, pero las cosas eran muy distintas a lo que se pinta, por ejemplo, en el Salón Erótico de Barcelona.
Detrás de la cámara de la industria pornográfica
Los tirones de pelo, los golpes, los forcejeos, los gritos, las pérdidas de control de los actores… En general las acciones evidentemente no consentidas se quedaban en el archivo bruto de vídeo y se hacían desaparecer en el montaje final.
Os pongo algunos ejemplos.
A una actriz le ofrecieron sustancias para mejorar la experiencia en el rodaje. Empezaron a darle escalofríos y temblores. No podía continuar, tenía los síntomas de una sobredosis. Pero los responsables de la productora la dejaron en un sofá esperando que se le pasara. No hubo consecuencias legales por aquello.
Otro ejemplo: el director de una importante productora nacional, se bajó los pantalones en medio de la grabación y se metió en la escena cámara en mano para participar. Aquello no estaba pactado, pero se toleró.
Otro más: A raíz de una entrevista que hice a una actriz, con motivo de un posible brote de VIH en la industria pornográfica, me contaba, esto le leo textualmente:
«Te puedo decir que he contraído más enfermedades en el porno que fuera de él. Porque trabajando de escort siempre lo hago con preservativo, y en el porno no es posible. En el porno tienes que creer en que la otra persona no ha follado con nadie sin condón por ahí. Pones tu vida en manos de la otra persona porque la supones responsable de que se haya hecho las analíticas. Pero a la mayoría de los actores, les da igual.»
Y el último: en un casting, se invitó a un grupo de chicos. ¿Habéis oído hablar de los análisis de sangre en el porno? Lo único que hicieron fue sacarles una gota de sangre para comprobar su estado de salud. Hasta donde yo he podido averiguar, eso no es suficiente para ofrecer información fiable sobre ETS. Y aunque pudiera serlo, no esperaron a los resultados de los análisis para continuar las grabaciones.
¿Qué iban a hacer las actrices? ¿Quejarse? ¿Denunciar a los directores o a la productora?

Escúpelo: crónicas en negro sobre el porno en España
Por supuesto que no. Obviamente, si das guerra, no te dan trabajo, y a menudo puedes acabar en peores condiciones de las que estabas. Es difícil morder la mano que te da de comer si no tienes otra alternativa. Y esto mismo, de la falta de alternativas, es de lo que os quiero hablar más adelante.
Un día ya no podía mirar para otra parte. Por eso decidí empezar a documentar lo que pasaba y ofrecerlo a medios nacionales para que iniciaran una investigación sobre la industria pornográfica en España.
¿El resultado? No se me hizo ni caso. No encuentro otras palabras para expresar la impotencia ante algo tan grave.
Visto lo visto, decidí utilizar el material en la creación de un libro que colgué online para su descarga gratuita. Se llamaba “Escúpelo” y era una especie de contrainformación frente a toda esa propaganda de la que había formado parte hasta ese momento.
El libro obtuvo 10.000 descargas en dos semanas y, en fin, lo que pasa en la sociedad del morbo: empezaron a proponerme entrevistas.
No obstante, tras varias entrevistas en medios de gran difusión pasó lo que tenía que pasar: empezaron las amenazas y algunos medios se vieron obligados a retirar los artículos. Querían que la información desapareciera.
Lo siguiente fueron diversos ataques informáticos que hicieron desaparecer de la web y las redes sociales todo lo que trataba de denunciar a través de Escúpelo.
En este momento, cuando parecía que estaba todo perdido y pensábamos que el proyecto de denuncia no funcionaría, ocurrió algo inesperado… tanto ataque había despertado el interés de una editorial y conseguimos un contrato para que “Escúpelo” se publicara en papel.
Lo habíamos conseguido. Se hablaría de prostitución dentro de la industria pornográfica, fraude fiscal, amenazas, violencia y, en fin, todas las irregularidades que se estaban ocultando.
Las charlas sobre prostitución y pornografía
Podría decirse que las cosas mejoraron bastante en este punto. Por fin salía la información a la luz: el proyecto tuvo presencia en medios nacionales como El Confidencial, RTVE, Público o La Sexta. E incluso internacionalmente la BBC le dedicó un reportaje.
Pasé un año entero hablando en distintos espacios y presentando mi investigación.
Pensamos que sería una buena idea continuar por dos vías:
- Una primera de concienciación en la que decíamos lo que pasaba tras las cámaras del porno.
- Una segunda de denuncias en los juzgados. Queríamos que la justicia actuase contra la industria pornográfica irregular y que tuviera constancia de los abusos.
¿El resultado? Ya os lo imagináis. Se nos volvió a ignorar. Ni caso.
Básicamente, en el estamento judicial y todo su entorno se tiene la convicción de que después de firmar ciertos papeles, un abuso sexual en una grabación es algo discutible desde el punto de vista legal. Al menos es a lo que se aferran algunas productoras según los testimonios y la propia experiencia.
Durante ese año, participé en decenas de jornadas por todo el país, en paneles de unos 10 ponentes, intentando denunciar y concienciar. Fácilmente el coste de aquello rondaría los 3.000 o 5.000 euros al día. A lo que habría que sumar viajes y hotel por cada persona, financiado con dinero público.
Por otro lado, según la experiencia de algunos técnicos en ONGs especializadas, las ayudas que se ofrecen a las mujeres que quieren salir de la industria del sexo rondan los 400 euros al mes.
Con lo que cuesta un solo día de una de estas jornadas, se podría financiar que una víctima pudiera estar un año entero buscando la forma de salir de su situación.
Estos espacios rara vez cuentan con la presencia de las afectadas. Podemos decir que es por vergüenza o miedo a mostrar la cara, pero también puede ser que se esté utilizando a las víctimas de abusos como justificación de un negocio paralelo justificado como prevención.
Durante estas jornadas los ponentes solíamos defender argumentos con gran carga ideológica como:
- Todas las mujeres que han grabado porno han sido abusadas independiente de lo que ellas digan.
- Todas las mujeres que forman parte de la industria del sexo necesitan ayuda para salir, pero no pueden participar en la solución y esto se debe a que…
- Todas han sido alienadas por un supuesto sistema proxeneta que las hace defenderlo.

El negocio y uso de las víctimas como arma política
Este uso inadecuado y hermético de recursos sociales, tiene su reflejo en el modo en el que algunas asociaciones utilizaban los testimonios.
Ana, 22 años. Era una estudiante que se mudó a una gran ciudad y entró en un grupo de experimentación sexual. Hasta aquí, todo voluntario. Más adelante unos productores de pornografía independientes le dijeron “Ey, ¿quieres hacer lo mismo, pero ganando dinero?” y ella aceptó. No entraré en detalle. La experiencia fue horrible.
Ana también intentó denunciar su experiencia en la pornografía sin éxito. Durante el proceso, una asociación se le acercó proponiéndole contar su historia por todo el país. Le ofrecieron espacios para hablar en distintas ciudades y universidades. La condición fue que ella, a cambio, les diera la mitad de los ingresos que recibiría por esas charlas. Pero además de compartir los ingresos con la asociación de supuesto apoyo a las víctimas, tenía que defender con su discurso que la única solución viable a los abusos sufridos era la abolición de la industria del sexo. No existía ningún otro camino. Tenía que contar también que había sufrido problemas psicológicos consecuencia de su paso por el porno y debía que mostrarse muy arrepentida.
Ana no pensaba que condicionar su discurso fuera la solución y, al fin y al cabo, era la protagonista. Prefería contar su visión personal como víctima real, pero esto no les valía. La descartaron y finalmente Ana no recibió ningún tipo de ayuda.
¿Estábamos ayudando, o se estaban usando los testimonios como trampolín para beneficiar a ciertas entidades? ¿Adónde va realmente el dinero destinado a combatir esta lacra?
¿A quién beneficia?
Como conclusión de este viaje a las cloacas de la industria pornográfica, puedo deciros que ninguna de las personas con las que he trabajado en estos años ha recibido ayuda económica pública para salir de la industria del sexo.
¿Podría pasarte a ti?
Los abusos en pornografía se diferencian de otras situaciones de explotación como la trata en la prostitución, en que no afecta prioritariamente a mujeres migrantes. El objetivo de esos abusos en la industria del porno podrías ser tú, tu hija, tu hermana, tu compañera de clase.
Podría estar pasándole a la chica que hay al otro lado de la pantalla.
Pregúntate siempre ¿a quién beneficia?
¿A quién beneficiaba que la investigación no saliera adelante? A los productores porno que estaban ganando dinero con la explotación sin consecuencias legales.
¿A quién beneficiaba que no se planteasen preguntas sobre el uso de dinero público? A los intermediarios. A quienes habían centrado su trabajo en la simple exposición ideológica y vivían de ofrecer mensajes alarmistas o de impulsar una agenda política.
Nunca beneficia a las afectadas.
Charlas, documentales o investigaciones que abordan los abusos sexuales… Hoy en día cuentan con más facilidad de acceso a la financiación pública. Hay mucho dinero que ganar a costa de las protagonistas, pero nunca sabemos qué les ocurre después de la entrevista, estrenar el documental o publicar los resultados de una encuesta.
Que las mujeres puedan encontrar alternativas viables que les permitan plantearse dejar la prostitución o el porno, depende de financiación. Y una buena parte, se consume en esa industria que no aporta soluciones reales.
Y nosotros, los espectadores, todos los que no habéis levantado la mano al principio de la charla ¿qué podemos hacer?
Fácil: seamos responsables y críticos con lo que consumimos.
Y no me refiero solo al porno que podáis ver, también me refiero a las ideas que escuchéis al respecto de la solución a esta lacra.
¿Por qué se publica este estupendo reportaje de una actriz? ¿Por qué en el momento de más denuncias sobre abusos sexuales parece que el porno no existe? ¿No es raro? ¿Por qué nunca hablan las víctimas? ¿Por qué siempre hablan las mismas personas?
Si nadie se hace preguntas las preguntas adecuadas, nada tiene por qué cambiar.
Por favor, desarrollad un espíritu crítico que os permita distinguir cuándo la desgracia de terceros se os está vendiendo como espectáculo disfrazado de causa justa para beneficio del intermediario y no de la víctima.